Cualquier persona con sentido común, y medianamente informada de lo que sucede a su alrededor en este mundo caótico en el que vivimos, se sorprenderá al ver como, en la supuesta era de la información, florecen los grupos de personas que defienden una serie de ideas absolutamente estrafalarias sobre todo tipo de temas.
La era digital ha favorecido el acceso de cualquier usuario de internet a ingentes cantidades de conocimiento, pero también ha servido de altavoz y de punto de encuentro para que personas que en otras épocas difícilmente hubiesen captado la atención de su familia más cercana, se hagan de un nutrido grupo de seguidores que comparten sus extraños, por no decir absurdos, puntos de vista.
Y así nos encontramos con personas que defienden que Barack Obama es el anticristo, que los dinosaurios ayudaron a construir las pirámides, o que Walt Disney está criogenizado. Busquen la verdad sobre esto último, verán que interesante.
Pero si hay una idea que parece haber calado últimamente en los amantes de las teorías de la conspiración, es la del terraplanismo, o la idea de que la tierra no es esférica como una pelota, sino plana como una galleta, o como el encefalograma de quienes lo piensan.
Al ser este un blog de arte, no nos detendremos en desarrollar los incontestables argumentos sobre la esfericidad de nuestro planeta, sino que llamaremos la atención sobre una obra del pintor jerezano José Gallegos y Arnosa, que gracias a debates que parecían olvidados como el de la forma de la tierra, recobra una inesperada actualidad.
La obra, propiedad de la Colección Pedrera Martínez, se llama Estudiando el globo, y muestra a un pequeño grupo de frailes alrededor de una mesa, en la que hay una bola del mundo que centra toda su atención. Los frailes, entre los cuales destaca la figura de quien por sus hábitos parece ser un obispo, se ven enfrascados en la tarea de localizar un punto concreto en el globo terráqueo, o quizá, dada la abundancia de libros y documentos que les rodean, simplemente están tratando de ubicar en el planeta los lugares a los que hacen referencia esos escritos.
La riqueza de detalles, como en todas las obras de Gallegos, es sencillamente increíble. Las arrugadas páginas de los libros, el mantel deshilachado, el cojín sobre el que se sienta el obispo, el torneado de la silla o el relieve de la hoja de la ventana que permite la entrada de luz, ponen de manifiesto las sobresalientes cualidades pictóricas del artista andaluz, así como las expresiones de los protagonistas del cuadro, especialmente la de ese obispo que se vale del crucifijo que lleva colgado al cuello para señalar un punto concreto en el mapa.
Obras como la de Gallegos no solo deleitan a cualquier amante del arte, sino que nos ayudan a valorar la labor de hombres que lucharon por defender y divulgar la cultura en épocas en las que todo era mucho más difícil que ahora, donde los libros, en muchas ocasiones, aún se escribían a mano, y donde uno no podía usar el Google Maps para visualizar, por ejemplo, la selva amazónica, sino que tenía que organizar una expedición, y esperar durante meses o años que llegasen con la información requerida, eso si por el camino a los exploradores no se los comía un jaguar o fallecían de sífilis o escorbuto.
Gracias a ellos, y a quienes después pusieron por escrito sus descubrimientos, se plantaron las bases del progreso que hoy, paradójicamente, permite conectarse a internet a personas con dificultades para andar y mascar chicle al mismo tiempo, y excretar sus opiniones sobre la forma de la tierra, las vacunas, o la llegada del hombre a la luna.
Por cierto, sobre la idea que que la Iglesia Católica defendió durante años la idea de que la tierra es plana, lo cierto es que hay mucha leyenda urbana al respecto. Siendo este, como dije antes, un blog de arte y no de historia, no les abrumaré con detalles del asunto, pero les animo a leer al respecto, y quizá lo que encuentren les haga replantearse sus opiniones sobre él tema.
Eso si, no lo hagan al aire libre, porque como bien sabe cualquier usuario de Twitter, la NASA espía todos sus movimientos…